Noviembre 21 de 1998
Cuando me aprieta el recuerdo
y me lastima la nostalgia,
siento que grita la ausencia,
por esta espera tan larga.
Nadie es culpable de nada,
nunca nos dijimos siquiera una palabra;
sólo es culpable de todo,
aquella dulce mirada.
No me mires, alma mía,
que me duele la distancia,
de ese amor imposible,
que nació de una mirada.
Por eso, cuando me aprieta el recuerdo,
y me ahoga la nostalgia,
siento que el corazón grita,
por esa ausencia larga, tan larga,
de aquella dulce mirada,
que llevo dentro del alma.
Ausencia y mirada...
dos palabras que no conjugan en nada,
pero sí matan el alma.