1998
La pequeñita pregunta:
¿estás triste, abuela?
¿y cómo no estarlo, mi niña,
si los recuerdos lastiman mi corazón?...
Porque vi escarnecer a mi gente,
porque vi derrumbar a mis dioses,
porque vi sacrificar a mis hijos,
sacando su corazón
levantando una cruz,
y enterrando un puñal.
Así dijo la anciana...
por eso tiene la mirada triste,
su mirada larga,
su tristeza de siglos...
Por eso ya no llora: ¿para qué?
no están sus hijos, ¿quién la consolará?
por eso ya no reza: ¿para qué?
no están sus dioses, ¿quién la escuchará?
Por eso en sus ojos
se secó su llanto,
y convirtió sus lágrimas
en lágrimas de pedernal.