Mayo 10 del 2001
Era una hermosa tarde en agonía,
y ya la noche pedía perdón
porque pronto amanecía...
veinte años él, quince yo,
y una sonrisa en el corazón...
él me miraba y yo escribía...
siempre, por siempre, te quiero mía,
te quiero mucho, él me decía.
¿Sería verdad o él ya me mentía?
¡no importa!
Porque desde entonces,
con toda mi alma de niña
yo, ya lo quería...
y se volvieron versos
aquello que yo escribía.