Tal vez a mi tierra lejana
un día yo he de volver,
y escucharé la vieja campana
de aquel viejo templo, que quiero volver a ver.
En mis ojos habrá niebla,
niebla de lágrimas que me impidan ver,
¿o tal vez será que los años,
se van para no volver?
Tal vez será de tristeza,
o quizá será de dolor,
pues ya no estarán mis mayores,
ni aquel mi primer amor.
¡Señor!, que vuelva a mirar sus cerros,
y escuche allá por la tarde,
bajando por sus laderas,
el tilín de los cencerros.
Permíteme señor que yo vuelva,
a ese cachito de pueblo,
y cobijada en su seno,
su tibia tierra me envuelva.
Si a esa tierra querida
algún día señor, yo vuelvo,
que antes de morir escuche, las campanas,
las campanas de mi pueblo.